Esta niña es el demonio, decía la abuela al cura mientras nos servían
chocolate caliente a los tres, No importa cuánto la bendiga, jamás
estará libre de pecado, es la esencia misma de la maldad. El sacerdote
me veía, sonreía, daba un trago a su taza, y contestaba También los
demonios son hijos del Señor.
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